El mejor nadador de mi historia.

Alberto Fragoso
4 min readFeb 19, 2019

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De sedentario, borracho y fumador a nadador de 5K.

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LEER PARA NADAR

Lo primero que debes saber es que si vas a nadar, vas a nadar.

Si quieres empezar flotando, flotas. Pero flotas y duro, con intención de nadar.

No sirve de mucho meterte al agua si tu cabeza está distraida pensando en las pendejadas que nos gusta publicar o pensando en cómo usar tu celular para proteger tu ego y lucir importante.

Si quieres un libro para empezar en esto, te recomiendo este un montón.

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LA NATACIÓN ES MAGIA

Cuando necesitas un pretexto para no hacer lo que tienes que hacer sobran bastantes.

"Es muy temprano", "el agua está fría", "¿y si me enfermo?", "mejor mañana", son aspectos geniales para decir "así no puedo".

Y es cierto.

Así no se puede si no construyes un hábito. Lo cual era mi caso.

¿Cómo le pides a un tipo en sus maduros veintes dejar poco a poco los placeres fáciles de la vida para ponerse a hacer algo cansado y "aburrido"?

¿Levantarse temprano? Luego.

¿Nadar? Después.

Y ese después llegó. Solo bastaba mi actuación sublime de poner un brazo enfrente de otro, girar la cadera en ambos sentidos y batir las piernas de una forma síncrona.

Ahí, en ese momento comenzó la magia.

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NO ES CIERTO, NO ES MAGIA, ES UNA PINCHE TORTURA

Cuando nado, voy pensando por qué demonios lo hago si duele, es cansado, siento que no avanzo y me falta el aire.

Ahora ya puedo pensar en ello.

Antes, solo pensaba en no morir, con el corazón palpitando a niveles exorbitantes, con los brazos desarrollando una boca para mentarme la madre.

Justo ahí, entendí que debía cambiar mis hábitos.

Nadar varios kilómetros inmerso en el mar es una aventura, pero no una bonita. Nunca sé si matare al pinche dragón al final de la historia o me llevará la chingada. Hasta el momento siempre he matado al dragón.

Pero sufro. Me canso. Me mareo. Me duelen los brazos. Me duelen las piernas.

Aunque el corazón no.

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PONTE A HACER LO QUE TIENES QUE HACER

Cuando eres ciego y necio como yo, logras hacerte tonto por mucho tiempo. Cuando la iluminación te llega, te das cuenta que tienes que ponerte a hacer lo que tienes que hacer. Punto.

Las mejores relaciones sentimentales son en las que te metes hasta el fondo en lo emocional, en lo físico, en lo profesional, en lo personal y demás.

Y esto de nadar es igual.

Implica una inversión de dinero, de tiempo, de actitud, de atención. Si lo haces a medias, los pinches kilómetros no te lo van a perdonar.

Te lo juro.

Te van a castigar como amante celosa por no estar bien enfocado.

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AVIENTA LA MENTE

Cuando nadas un kilómetro parece ser nada, pero si llevas más de la mitad de tu vida fumando y tomando como era la vida de aquí, tu atento y seguro servidor, el asunto es así, tal cual, como aventarte al mar y que Diosito Santo te acompañe.

En estos casos, el hack es aventar la mente.

Aventarla hasta el punto que hayas logrado el objetivo. Donde te visualizas vencedor. Con todos tus desperfectos y con todas tus virtudes. Enserio. Eso es aventar la mente de forma ganadora. Entonces, te esfuerzas en verte así.

Hay mucha gente que aún no se entera de este secreto que te voy a contar.

Y el secreto es que el dispositivo más fino del universo es la mente y sirve para construir realidades.

Úsala así.

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DISCIPLINA PARA LA VIDA

Cuando una persona tiene bien dominados sus hábitos lo reconoces inmediatamente. Justo como cuando besas a alguien y puedes saber si esa persona tiene experiencia o no.

Al transcurrir los años, generas un filtro visual para identificar quiénes saben de lo que hablan y quiénes no.

Y esto se trata de eso. De generar hábitos. De disciplinarte para un cruce. Disciplinarte para la vida.

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EMPODERA TUS PALABRAS

Ahora ya siempre hablo de nadar, aunque no esté hablando de nadar. Y la gente me entiende. Y es bonito. Y está bien. Y es bonito, te decía. Porque la manera en que te expresas y te emocionas de algún tema es la clara señal de hacia dónde vas.

Tal vez en un futuro te cuente cómo pase de cinco kilómetros a treinta y tres en el Canal de la Mancha, por ejemplo.

Hablar todo el tiempo de algo te preciona internamente a mantener el hábito.

Anótalo.

Esto lo puedes ver con tu amiga que habla siempre de lo mal que le va en el amor. Lo convierte en una profecia autosostenida.

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De forma genuina somos tercos para muchas tonterias. ¿Por qué no serlo para cosas que valen la pena en la vida?

Hoy te comparto que logré alcanzar el primer lugar nadando cinco kilómetros en el mar.

¿Y yo?

Yo no nado por competir.

No nado por mi cuerpo.

Nado por mí.

Nado porque se siente bien.

Nado para sentirme vivo.

Nado porque puedo.

Sexto Maratón Acuático Playa del Carmen

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